Es una extraña comparación y hasta irreverente, podrían decir algunos, pero el
deporte de las 108 costuras es la fiel calca de como se desarrolla la vida misma,
sabemos que va a acabar, pero no sabemos cómo y cuándo y eso déjame decirte,
querido lector es uno de los atractivos tanto de la vida como del rey de los
deportes; venimos a este mundo sabiendo que tenemos nueve innings y en
algunos casos más para hacer la mejor labor y mantener la pizarra en cero o
bueno con el mínimo daño posible.
Entre rectas, “sliders”, batazos de “foul” y dos que tres “swings” atropellados,
vamos jugando con las circunstancias que la vida nos va lanzando, esperando que
llegue el momento de venir a la caja de bateo con las bases llenas y pegar ese
“grand slam” que nos llenará de gloria y encenderá el júbilo de los asistentes o en
este caso de la familia y amigos que nos acompañan durante este largo
encuentro.
La misión es sencilla y de ahí nace la complejidad; hay que sacar 27 “outs” con el
menor número de lanzamientos posibles y quisiera decirte que cada “out” es más
sencillo que el anterior pero no, todo lo contrario, conforme vamos avanzando la
vida nos va descifrando y va conociendo nuestro repertorio de lanzamientos hasta
que en un buen momento, logra conectarnos y nos hace perder la zona de strike
pero en los momentos de presión y con hombres en todas las bases es donde se
conocen a los verdaderos peloteros y en tales circunstancias solo toca “fajarnos” y
abogar a que nuestro aptitudes y talento nos sacaran sin daño en la entrada.
Con la premisa de que en el béisbol como en la vida; se falla más de lo que se
acierta, somos participes de un montón de errores y desaciertos que nos hacen
aprender y realizar los ajustes necesarios con la esperanza de que vendrá un
turno al bat más y que será ahí donde podamos desquitarnos de esa serpentina
burlona llamada vida y sacarla del parque con un “swing” portentoso.
En palabras del 8 veces ganador de la Serie Mundial, Casey Stengel; “Hay tres
cosas que puede hacer en un juego de béisbol; puedes ganar, puedes perder o
puedes ver llover” y para los malaventurados que somos adeptos a este deporte,
sabemos que la lluvia nunca es una opción, así que tenemos de dos, ganar o
perder, aunque les diré que lo verdaderamente importante en esto, es disfrutar el
juego y compartirlo con nuestro equipo como si fuera el último porque en la vida
como en el béisbol, nadie tiene su lugar asegurado.
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