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Beisbol deshumanizado.

Por: Patricia Guerra Frese 

«Un mundo feliz» es una novela del británico Aldous Huxley publicada en 1931. Se trata de una obra de ciencia ficción que narra la vida en el futuro, en una sociedad con valores y costumbres muy distintos a los que conocemos ahora. En principio, los niños, todos, son de probeta. No hay lazos familiares porque tampoco hay padres y hermanos. Es una sociedad a la que le extrajeron lo más humano que tiene el hombre: la capacidad de reproducirse y de perpetuar su estirpe. 

¿Qué es lo más humano que tiene el béisbol? Sin pensarlo mucho, podemos decir que las decisiones de los umpires. Acertadas, erradas, ligeramente erróneas o completamente disparatadas. Así son a veces los señores de máscara que dictaminan las bolas, los strikes y los outs conforme a las numerosas reglas y a su muy humano criterio. Así ha sido durante casi 150 años, hasta que llegaron Bud Selig y Bob Manfred. 

En enero de 2014 se aprobó que en todos los juegos de temporada regular y de playoffs de la MLB se llevara a cabo un sistema de repetición instantánea para revisar trece jugadas y que reitera o revoca las decisiones tomadas por los umpires. Quienes defienden este sistema, hablan de un béisbol más justo, pero como en el Mundo Feliz de Huxley, lo están deshumanizando. 

Según la página especializada Close Call Sports (www.CloseCallSports.com), desde su implementación, se ha revocado el 52% de las decisiones revisadas desde Nueva York. Basta con ver algunos videos para convencerse de que se trata de una afrenta profesional a los umpires. Cuando su decisión es respetada, regresan orgullosos a su posición como San Jorge con el dragón herido a sus pies. 

Que el sistema evita controversias sobre jugadas o decisiones… pues no conocen al antiguo mánager de Boston, Jon Farrell, quien fue expulsado en abril de 2014 por argumentar sobre el resultado de una repetición que significó la carrera de la victoria para los Yankees. El dirigente fue expulsado por cuestionar la decisión ¿También eso nos van a quitar? Pretenden que los managers sean disciplinados y dóciles al aceptar las decisiones del sistema. Esto suena a «1984» de George Orwell y El gran hermano es la oficina en Nueva York donde se revisan las jugadas. 

A pesar de los intentos futuristas y modernizadores de Selig, estoy convencida de que jamás veremos a una máquina suplir a los umpires. Una computadora jamás podrá juzgar si un pelotazo fue intencional, ni podrá aplicar su criterio para decidir entre una obstrucción y una interferencia. Mucho menos podrá una máquina marcar un infield-fly, pues ¿quién sino el juicio humano podrá determinar si una jugada puede realizarse con un esfuerzo normal? 

Ahora Bob Manfred quiere que su legado sea automatizar lo más humano del beisbol, que es la cuenta de las bolas y strikes. 

La innovación consistirá en emplear el sistema automatizado de bolas y strikes (ABS) con sensores HawkEye (ojo de halcón) en el Juego de Estrellas 2025: los árbitros humanos harán la llamada inicial y, si el lanzador, receptor o bateador no están de acuerdo, podrán desafiar la decisión inmediatamente (con un toque en casco o gorra). Una animación en pantalla mostrará la trayectoria del lanzamiento y confirmará o revocará la llamada en segundos; cada equipo dispondrá de dos desafíos que se mantienen si aciertan. 

Interesante, pero el señor Manfred parece olvidar que los umpires tienen una importante función, la de ser culpables de todo lo que pasa. Si el equipo pierde, si un pelotero no está bateando, si un aficionado pelea con su esposa, si sube el precio de la gasolina, si se acaba la cerveza… Culpemos al umpire por todo, al fin para eso está, no me negará usted que al menos alguna vez ha dudado de una cuenta o de una jugada apretada y lo ha manifestado. Ni modo de insultar a una computadora. 

 

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