Por: Patricia Guerra Frese
La película interpretada por Robert Redford “El natural” está basada en la novela del mismo nombre de Bernard Malamud. En la trama, una mujer desconocida invita al protagonista, un joven pelotero de grandes facultades físicas y prometedora carrera, a su habitación de hotel a través de una nota sugerente. Cuando el inquieto muchacho acude a la cita, ella lo recibe con un balazo en el pecho. No lo mata, pero sí retrasa su llegada a las grandes ligas.
Pocas personas saben que Malamud se basó en una historia real para escribir su novela. El 14 de junio de 1949, Ruth Ann Steinhagen, una joven de 19 años le disparó en el pecho al primera base de los Phillies de Philadelphia, Eddie Waitkus en una habitación del Hotel Edgewater de Chicago ¿Por qué? Porque estaba loca. Según el juicio que condenó a Steinhagen a ser recluida en una institución, ella no era responsable de sus actos.
La historia de Ruth Ann empezó cuando a los quince años vio por primera vez a Eddie Waitkus, quien entonces jugaba para los Cachorros de Chicago y se enamoró. Al principio, solamente empezó a coleccionar fotos, notas de prensa y boletos de los Cachorros, entre otros objetos relacionados con Waitkus. Dedicaba un lugar de su casa especialmente para exhibir su colección. Hasta ahí, todo dentro de lo que llamamos normal.
Cuando Ann (prefería usar su segundo nombre) empezó a poner un lugar en la mesa para un invisible Waitkus y tapizó el techo de su habitación con fotos del jugador, sus padres la enviaron al psiquiatra, pero no sirvió de mucho porque la obsesión ahí siguió. Ruth Ann tomó clases de lituano, el idioma materno de su ídolo y vivía obsesionada con el número 36 (el del jersey de Waitkus). Incluso renunció a su trabajo como mecanógrafa para poder estar más al pendiente de lo que hacía el pelotero, a quien buscaba sin mucha suerte por las calles de Chicago.
Para alivio de los padres de la joven, Waitkus fue cambiado a los Phillies de Philadelphia. Sin embargo, en su ya desequilibrada conciencia, Ann recibió este cambio como una traición de parte del pelotero y decidió matarlo. Aprovechó la visita de los Phillies al Wrigley Field para perpetrar su crimen, que afortunadamente no fue exitoso, pues paradójicamente gracias a que llamó inmediatamente a las autoridades para reportar lo que había hecho, Waitkus recibió pronta atención médica y sobrevivió.
Gracias a su buena condición física, después de cuatro cirugías y mucha terapia, Eddie Waitkus regresó a grandes ligas alineando desde el juego inaugural con los Phillies en 1950, temporada en la que ganó el premio al Retorno del Año, pues lideró la Liga Nacional en hits sencillos y en asistencias para un primera base. Se retiró en 1955 y murió de causas naturales en 1972 a los 53 años. Ann fue dada de alta tres años después del incidente y vivió hasta la edad de 83. Tuvo una vida oscura, ya sin molestar a nadie.
La triste historia de Ann y de Waitkus ocasionó un escándalo en la prensa de aquellos tiempos y a partir de entonces se acuñó el término “Baseball Annies” para referirse a las groupies beisboleras. Afortunadamente, no se ha sabido de ningún caso semejante desde entonces, por lo que los peloteros bien parecidos de nuestros tiempos como Javier Baez, Kike Hernández, o Kris Bryant pueden dormir tranquilos.
Aunque también hay Annies que se sienten con el derecho de juzgar la vida privada de los peloteros y utilizan fotos, que ellos publican en redes sociales, para emitir opiniones fuera de lugar si el equipo no anda bien. Con esto solo demuestran que carecen de vida propia y que su realidad gira alrededor del béisbol y del equipo que «siguen». Cuidado con ellas, que en cualquier descuido enloquecen, o consiguen casarse con algún pitcher zurdo de la rotación y echar a perder un juego por festejar el enlace.
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