La mácula
- Patty War.
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Por: Patricia Guerra Frese
El béisbol es un juego limpio y recto."—William Howard Taft
En 120 ocasiones se ha disputado el campeonato de béisbol de las Grandes Ligas, pero no todas las series han sido dignas del deporte que, para muchos de nosotros, es indiscutiblemente el rey. Hubo una en especial que marcó al béisbol como algo deshonesto y que, paradójicamente, demuestra lo grande que es este juego: sobrevivió al escándalo, a la decepción y, sobre todo, a la falta de credibilidad.
En 1919, se vivió uno de los acontecimientos más oscuros de la historia del béisbol profesional cuando ocho jugadores de los Medias Blancas de Chicago (quienes más tarde fueron apodados los "Medias Negras") fueron acusados y procesados por haber vendido la Serie Mundial a favor de los Rojos de Cincinnati. Aunque no se les encontró culpables en la corte, el comisionado Kenesaw Mountain Landis (quien además era juez) tomó una decisión contundente:
"Sin importar el veredicto de los jurados, ningún jugador que venda un juego, que prometa venderlo, o que se siente en una habitación con un grupo de jugadores tramposos y apostadores en el que existan los medios para vender un juego y que no informe inmediatamente a su club, podrá volver a jugar béisbol profesional de por vida."
Esta sentencia permanece vigente y, al parecer, seguirá siéndolo, como se evidenció en el caso de Pete Rose.

Un año después de terminada la Primera Guerra Mundial, Estados Unidos vivía un auge económico. Por ello, se registraron récords de asistencia en los estadios de Grandes Ligas durante esa temporada. La Serie Mundial prometía ser un gran evento, algo que no pasó desapercibido para los gánsteres y apostadores de la época. En aquellos tiempos, los peloteros no ganaban las cantidades millonarias que reciben ahora; de hecho, sus salarios eran modestos, y un arreglo con apostadores podía representar hasta un año de sueldo para quien accediera a dejarse ganar. Los apostadores invirtieron $100,000 dólares para sobornar a ocho jugadores de Chicago, mientras que apostaron medio millón a favor de Cincinnati.
Charles Comiskey, el dueño de los Medias Blancas, pagaba solamente $6,000 dólares por temporada a sus dos principales estrellas (Joe Jackson y Buck Weaver). Además, existía una cláusula en los contratos de los jugadores, llamada "cláusula de reserva", que les impedía jugar béisbol profesional si se negaban a firmar un contrato. La situación de los peloteros se explica muy bien en el libro de Eliot Asinof, Ocho hombres fuera, que después fue adaptado al cine. Aunque los bajos salarios y las condiciones laborales no justifican sus acciones, ayudan a comprender las razones detrás de ellas.
Los primeros en aceptar el trato fueron nada menos que el pitcher Ed Cicotte, famoso por su bola de nudillos, y el primera base Arnold Gandil. Después se sumaron los otros seis: el pitcher zurdo Lefty Williams, el jardinero central Happy Felsch, el shortstop Swede Risberg, el tercera base Buck Weaver, el utility Fred McMullin y uno de los peloteros más populares de todos los tiempos, el jardinero izquierdo Joe "Shoeless" Jackson. Algunos autores exculpan a Jackson, e incluso se dice que advirtió a Comiskey sobre el arreglo, aunque no fue tomado en serio.

En el libro de historia del béisbol The Baseball Chronicle, este hecho se describe como un golpe mortal para los aficionados, uno del que tal vez nunca se recuperaron. En nuestros días, 116 años después de los hechos, los aficionados hablamos del tema en voz baja y hasta con pena, porque es una mácula sobre nuestro querido deporte, una que ni el tiempo ha podido borrar. Afortunadamente, las siguientes 119 ediciones del Clásico de Otoño han estado libres de dudas sobre su credibilidad, y eso es lo que hace grande al béisbol.
Sin embargo, en 2025, un nuevo escándalo amenaza con revivir los fantasmas del pasado. En julio de este año, surgieron reportes sobre un esquema de apuestas que involucraría el desempeño de pitchers en juegos clave de la temporada regular. Aunque las investigaciones aún están en curso, varios nombres de pitchers de renombre han salido a la luz, y la MLB ha prometido tomar medidas contundentes para proteger la integridad del deporte. Este caso, que involucra millones de dólares en apuestas ilegales, ha generado una ola de preocupación entre los aficionados y directivos, quienes temen que el béisbol vuelva a ser manchado por la corrupción.
Los detalles del caso aún son inciertos, pero lo que sí está claro es que hoy por hoy, más de cien años después, el béisbol enfrenta un desafío importante para mantener la confianza de sus seguidores. Las autoridades han comenzado a implementar nuevas políticas de monitoreo y transparencia en torno a las apuestas, mientras los jugadores y entrenadores se pronuncian en contra de cualquier intento de manipular el resultado de los juegos. Aunque el béisbol ha demostrado su capacidad para superar adversidades en el pasado, este nuevo episodio nos recuerda que la lucha por preservar la esencia del juego limpio nunca termina. Bien decía el gran Charles Comiskey: "El béisbol no es solo un deporte, es un negocio."
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